El blog de los sueños y el descanso

Como bien dijo David Randall, en uno de sus bestseller: Dreamland: Adventures In The Strange Science of Sleep (WW Norton & Co, 2013) “Estamos viviendo en una época en la que el sueño es más cómodo que nunca y, sin embargo, más difícil de alcanzar”

Efectivamente, el insomnio afecta a una gran parte de la población impidiendo que se descanse correctamente durante las noches. Como consecuencia de esa falta de sueño, al día siguiente, el cuerpo se siente débil, cansado, sin energía, malhumorado y con poca capacidad de concentración.

La imposibilidad de conciliar el sueño cuando nos acostamos puede estar causado por numerosos factores: ruido exterior o del interior de la habitación, estrés, problemas, los horarios de trabajo y también, entre otros por el hecho de estar emocionados.

Sí, cuando nos emocionamos nuestro cerebro empieza a imaginar acontecimientos o escenarios hipotéticos que podrían suceder en un futuro próximo, lo que requiere concentración y consecuentemente activa nuestro sentido de alerta y nos mantiene despiertos. Además los sentimientos como la emoción, el estrés o la preocupación fomentan la producción de adrenalina e hidrocortisona, una hormona y un esteroide naturales del cuerpo que aumentan el estado de vigilia impidiendo conciliar el sueño fácilmente.

Lo mismo les sucede a los más pequeños de la casa. Sobre todo ahora, con la llegada de la Navidad, la emoción por la llegada de Papá Noel, los Reyes y con ellos los regalos, pueden impedir que los niños estén relajados a la hora de dormir y les cueste conciliar el sueño. Para evitar problemas de insomnio lo más recomendable es tratar de relajarse, dejar la mente en blanco y guardar los pensamientos y la concentración para el día siguiente.

¡Felices sueños…!

Siempre se ha dicho que dormir como uno lo hace en su propia casa y en su cama no se hace en ningún otro lugar, ¿verdad? Sin embargo cuando viajamos, unas veces por placer y otras por trabajo, nos vemos obligados a dormir en hoteles o apartamentos.

Cuando se viaja, muchas de las personas tienen problemas para dormir al cambiar de cama. El colchón que ofrecen los hoteles y los apartamentos dependen mucho de la calidad de estos lugares. Sin embargo, aunque sean lujosos, es complicado acertar con el colchón adecuado para cada durmiente. Y, no es más fácil hacerlo con las almohadas.

Cuando el colchón y la almohada no nos dejan descansar correctamente, es muy probable que a la mañana siguiente nos encontremos cansados e incluso malhumorados y estresados. También se verá afectada nuestra capacidad de concentración y atención en el trabajo.

Al viajar, otro factor que puede empeorar la calidad del sueño es el efecto “jet-lag” que sufrimos las personas cuando nos desplazamos a otras zonas con diferentes husos horarios. Nuestro reloj biológico está acostumbrado a que nos acostemos y nos levantemos siempre a la misma hora. Y, cuando la situación cambia bruscamente por el jet-lag, necesitamos unos días para adaptarnos al cambio. Durante este tiempo, es probable que se duerma mal durante una o dos noches.

Otro factor que puede perturbar nuestro sueño cuando viajamos son los ruidos exteriores existentes fuera de la habitación en la que estemos durmiendo. Si el hotel se encuentra en una zona concurrida de la ciudad es posible que no consigamos descansar como es debido.

Por ello recomendamos que, cuando se viaje, se escoja un hotel de calidad que disponga de colchones y almohadas adecuados para el descanso. Además, que el hotel esté situado en una zona donde el ruido no sea excesivo y, que se preste especial atención a la alimentación, sobre todo antes de irse a dormir. Respecto al efecto “jet-lag”, simplemente no agobiarse y entender que es simplemente un síntoma transitorio.

La práctica de dormir con el lactante conlleva polémica desde hace mucho tiempo. La mayoría de los pediatras recomiendan que el recién nacido duerma en su cuna y que no comparta cama con los padres u otros niños durante el sueño. En cambio, existe un movimiento a favor de que que madres e hijos compartan la cama puesto que, como estos defienden, el colecho aporta beneficios para ambos. Por ejemplo, dormir en la misma cama favorece el amamantamiento, facilita la sincronización del ciclo de sueño de la madre con el del bebé, ayuda a los bebés a dormirse más fácilmente y a dormir durante más horas.

Sin embargo, la otra cara de la moneda es que compartir cama aumenta el riesgo de síndrome de muerte súbita del lactante. Bien es cierto que  sólo en EEUU mueren cada año más de 2.000 bebés por esta causa , según los datos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades. Es por ello que, en algunos países como EEUU, se recomienda a los padres no dormir con su bebé en la misma cama. Sin embargo, existen casos como ocurre en el Reino Unido y Australia, que esta recomendación se limita a padres fumadores o consumidores de alcohol, puesto que se les considera causantes de más situaciones de asfixia para el pequeño. Ahora, el mayor estudio hasta la fecha muestra que el riesgo se multiplica en todos los casos, no sólo para progenitores fumadores o consumidores de alcohol.

Los casos de muerte súbita del lactante pueden reducirse llevando a cabo una serie de consejos: asegurarse de que el lactante se encuentre siempre boca arriba y compartir cama únicamente para amamantarlo o darle cariño pero después el bebé debe dormir en  su propia cuna.

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¿Cual es tu rincón favorito de tu hogar?

Seguro que muchos de vosotros decís que la habitación y concretamente la cama de cada uno. Esta respuesta es la más común puesto que pasamos un tercio de nuestra vida sobre el colchón. Como pasamos tanto tiempo en la habitación donde dormimos, es normal que nos sintamos cómodos y realmente a gusto allí.

Tanto es el confort que nos ofrece la cama y el entorno que muchos acostumbran a pasar más tiempo del necesario en el dormitorio. En ocasiones se tiene la costumbre de utilizar la cama, además de para dormir y el sexo, para ver la televisión, leer, escuchar música, estudiar e incluso trabajar con el ordenador o la tablet.    

Sin embargo, se ha comprobado que tener el hábito de realizar todas estas tareas en la cama es perjudicial para la higiene del sueño de las personas. Al parecer, el hecho de asociar actividades que fomentan el estado de vigilia con nuestro colchón crea insomnio y problemas para dormir. Aproximadamente el 50% de la población sufre insomnio, al menos una vez en la vida, y puede estar causado por diferentes factores.

Como hemos estado comentando anteriormente, uno de ellos es el hecho de realizar más actividades de las básicas en la cama. Por ello, los especialistas en sueño recomiendan que la cama se destine principal y especialmente al sueño, eliminando por completo el hábito de realizar tareas con aparatos electrónicos de luz artificial en ellas.

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A la hora de dormir y para conseguir un descanso totalmente reparador, necesitamos que se cumplan ciertas pautas. En el caso de que no se cumplan, cualquiera de los factores como: el ruido, la luz y/o la temperatura, podrían afectar negativamente al descanso del durmiente e impedir que se recupere toda la energía desgastada. Cuando hablamos de temperatura nos referimos a la ambiental de la habitación, que debe oscilar entre los 18 y 21 grados, y también a la corporal. Aunque con la bajada de temperaturas es normal que, en ocasiones, tengamos los pies más fríos que el resto del cuerpo, debemos procurar que esto no interrumpa nuestro sueño.

Recordemos que, si no se duerme bien, disminuye la agilidad mental, la capacidad de concentración y de memoria y aumentan los riesgos de sufrir enfermedades cardiovasculares. Además, por si fuera poco, el estado de ánimo empeora y sufrimos estrés y ansiedad.

Por ello es importante que, a la hora de dormir, se tenga y se mantenga una temperatura idílica en todo el cuerpo que no perturbe el descanso. 

Entonces, ¿Qué hay que tener en cuenta? Primero que nada debes saber que, mientras dormimos, nuestro cerebro intenta mantener una temperatura constante y unánime en todo el cuerpo, un poco más baja que la que tenemos durante el día. Y, dificultamos su tarea si tenemos los pies fríos o los sacamos de la cama. La sensación de frío en las extremidades puede provocar despertares durante la noche. Por ello, es importante mantenerlos calientes usando calcetines o dándose un baño caliente antes de acostarse.  

En el caso de que la sensación de tener los pies fríos, incluso durante la época de más calor, perdura en el tiempo, se debe consultar con el especialista.

¡Felices sueños!