Según una noticia publicada en la revista Agenciasinc, un grupo de voluntarios de la ESA acaba de finalizar la tercera y última sesión de un estudio sobre el reposo durante el que permanecieron tres semanas en la cama con los pies en alto.

La experiencia realizada con el estudio simula la que sufren los astronautas cuando regresan de una misión de larga duración, los cuales necesitan varios días para recuperarse de los efectos de la microgravedad.

Uno de los participantes del trabajo afirma que, aunque suene perfecto quedarse en la cama y que te paguen por ello, los estudios de reposo suponen un gran esfuerzo. A aquellos que forman parte de la investigación de les requiere enfrentarse a días de extrema monotonía, continuas pruebas médicas y una estricta dieta, sin poder levantarse para estirar las piernas, tomar un poco de aire fresco, darse una ducha o ir al baño.

“Los primeros días de cada sesión eran los peores”, explica Marc Marenco. “El cuerpo necesita tiempo para adaptarse, y yo tenía migrañas y dolor de espalda”.

No obstante, los ‘camanautas’ están orgullosos de haber contribuido a la ciencia y a la exploración tripulada del espacio, así como de ayudar a la gente que permanece encamada por algún tipo de enfermedad.

Estudios de reposo, además de ayudar a simular algunos aspectos de los vuelos espaciales, permiten a los científicos estudiar cómo reacciona el cuerpo humano y probar nuevos métodos para preservar la salud y buena forma de los futuros astronautas.