Según la revista Muy Interesante, recientes estudios neurocientíficos han descubierto que el dormir mal provoca que las personas comamos alimentos menos sanos, más grasientos y también menos sabrosos. Esto explicaría la relación pérdida de sueño - obesidad.
Según se ha podido comprobar, las personas que tienen problemas para conciliar el sueño y duermen menos de las ocho horas recomendadas tienen dificultades para tomar decisiones sabias, sobre todo en lo que a la alimentación se refiere. Esto es debido a que al no descansar correctamente, el lóbulo frontal (o cerebro racional), que controla el comportamiento y la toma de decisiones, no funciona como es debido.
Los estudios sobre la relación insomnio - obesidad analizaron la actitud alimenticia de 33 adultos sanos tras dormir y descansar bien durante una noche entera y, por el contrario, tras pasar una mala noche. Los resultados fueron los siguientes: las personas que no habían conseguido descansar preferían alimentos más grasos y menos sabrosos que aquellos que sí lo habían hecho.
La ciencia explica que, además de realizar ejercicio de forma regular, el buen dormir puede ayudarnos a perder peso.