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Consejos para elegir la almohada perfecta

Para dormir bien cada noche es imprescindible disponer del mejor equipo de descanso, que será aquel más adecuado para cada tipo de durmiente. Sin embargo, para conseguir que el sueño sea totalmente reparador, se necesita complementar el colchón con la almohada y la base o somier ideales para cada caso. Pues no todas las bases son adecuadas para todos los tipos de colchones, ni todas las almohadas permiten que el durmiente descanse correctamente. Así pues, si no se dispone de los complementos ideales para cada colchón y cada durmiente, es más difícil garantizar que el colchón ofrezca todas sus prestaciones, se conserve adecuadamente ni tampoco que el durmiente disfrute de un sueño óptimo.   

Para ayudaros a descansar mejor, en este artículo nos centraremos en explicaros cómo debemos elegir la almohada más adecuada para cada caso, dependiendo de las preferencias y necesidades del descanso, postura, complexión física, si sufres dolores al levantarse, etc… Para que obtengas mayores garantías de éxito en tu elección.

La principal misión de las almohadas, tal y como explica José Ignacio Normand, jefe de servicio de Traumatología del Hospital Sonsoles (Ávila) es conseguir que la columna vertebral quede recta, es decir, en la misma postura que tenemos cuando estamos de pie. Por ello, se recomienda que se utilicen siempre almohadas para dormir. De lo contrario, se fuerza el cuello demasiado al mantener una postura antinatural durante largas horas. En el caso de los niños, estos deberían empezar a dormir con almohada una vez cumplido el primer año de vida.

¿Cómo elegimos la almohada perfecta? Lo cierto es que, igual que ocurre con los colchones, no existe una “una almohada perfecta” sino que, dependiendo de ciertas circunstancias, un modelo o material será más adecuado que otro. Como hemos comentado anteriormente la elección dependerá de la postura que adopta el durmiente durante el sueño, su complexión física, preferencias y la posibilidad de que sufra dolencias musculares, de espalda, etc..  

Vamos primero los diferentes tipos de materiales que existen para las almohadas:

Almohadas de fibra: se caracterizan por su capacidad de recuperación, transpirabilidad y frescura. Además se pueden lavar fácilmente.

Almohadas viscoelásticas. El material viscoelástico se caracteriza por su gran adaptabilidad gracias a la que la almohada consigue adaptarse perfectamente a la silueta del durmiente ofreciendo un gran confort cervical. Por sus características y prestaciones este tipo de almohadas son ideales para cualquier individuo, tanto jóvenes como adultos y ancianos.

Las almohadas de látex ofrecen la suavidad propia del material que las forma (el látex). Este tipo de almohadas es recomendable para aquellos durmientes que buscan un descanso suave pero con un grado menor de adaptabilidad del que ofrecen las que están formadas por viscoelástica. Gracias a sus características para el descanso, también están recomendadas para cualquier tipo de durmiente: niños, adultos o ancianos.

Veamos ahora qué características deben cumplir las almohadas dependiendo de la postura en la que dormimos:

Boca abajo: la almohada debe ser blanda y con una altura que no sea excesiva, sino más bien de altura media/baja para que no se llegue a forzar el cuello ni la espalda.

Boca arriba: puedes dormir en cualquier tipo de almohada de grosor medio o convencional. En este caso, se recomienda evitar las almohadas muy finas y muy gruesas para evitar el cuello pierda su postura natural.

De lado: debes escoger la almohada que sea capaz de mantener la cabeza recta con respecto a la espalda, es decir, manteniendo la posición natural que tenemos cuando estamos de pie. En este caso, la almohada ideal de rellenar el hueco que queda entre nuestra cabeza recta y el colchón. Dependiendo de cual sea la distancia, deberemos elegir una almohada más gruesa o menos.   

Si duermes en pareja, lo más recomendable es que cada durmiente disponga de su propia almohada para maximizar el confort, especialmente si existe una notable diferencia de físico.

Y, por último, ¿Cuándo debemos cambiar la almohada? En este caso, no existe una regla general sino que depende del uso que se le haya dado y las condiciones en las que se encuentre. Lógicamente, si con el uso pierde las prestaciones que ofrecía al principio, se encuentra en mal estado o está muy dañada, es hora de optar por comprar una almohada nueva.